El pueblo alemán renovable que genera más energía de la que consume

Aún en la actualidad, pensar en un lugar donde toda la energía utilizada proviene de fuentes  renovables es prácticamente una utopía. Y si existiera, nadie se imaginaría que fuese obra de un pequeño pueblo.

Pues Wildpoldsried lo ha hecho realidad. Este pueblo cercano a Munich cuenta con unos 2.500 habitantes, los cuáles la mayoría se dedican a la ganadería lechera. La idea surgió de la iniciativa ciudadana, gracias a la que han conseguido ser un pueblo autosuficiente y abastecerse de energía totalmente renovable.

Cómo empezó todo

Esta revolución energética la empezó un ganadero particular, Wendelin Einsidler, el cual contstruyó su propio generador de biogás e instaló paneles solares y la primera turbina del pueblo. A partir de aquí, los vecinos que lo veían y valoraban las oportunidades que este cambio podía tener a largo plazo, se vieron incitados a invertir su dinero en futuros proyectos.

En 1997 este pueblo de Baviera decidió emprender un protector que consistía en transformar toda la generación de energía mediante la instalación de turbinas de viento, paneles solares fotovoltaicos, sistemas hidroeléctricos y de biomasa.

El proyecto consta de 11 turbinas eólicas con capacidad de 12 megavatios y 2.100 metros cuadrados de paneles sollates fotovoltaicos. Por si fuera poco se aprovecha el sol y el viento  y se ha instalado una tubería para transportar el combustible generado que cruza el pueblo. El gas y la electricidad se obtienen principalmente del estiércol de las vacas y el maíz cultivado en los terrenos del pueblo y calientan el agua de sus propios hogares con el calor residual. Por lo que podríamos decir, que se aprovecha todo, ¿no?

Gracias a ello, después de 20 años, en este pueblo se produce 6 veces más energía de la que necesitan y esto les permite vender el superávit al tendido eléctrico nacional alemán. Tanto es así que datos aportados por los habitantes de la aldea, aseguran haber ganado seis millones de euros el año pasado con la venta de la energía que les sobraba.

Sin duda, esta obra es fruto de la buena organización y empeño de sus habitantes y un gran ejemplo para el mundo. No podemos negar que Wildpoldsried y su gente nos ha dejado boquiabiertos y nos deja un mensaje simple pero conciso: sí se puede, sólo requiere la voluntad para hacerlo posible.